Abstención : historia del desencanto

El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones libres de la actual democracia española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975.

Antes de aquella dictadura atroz, resultado del triunfo de los golpistas en una guerra en la que la Europa aliada sacrificó la libertad española para frenar el apetito imparable del fascismo, los españoles votaron por última vez el 22 de febrero de 1936 en unas elecciones en las que obtuvo la victoria el bloque de izquierdas. Se trataba de unas elecciones generales por sufragio universal, las mujeres habían obtenido el derecho al voto en 1931 en aquella primera democracia española conocida como Segunda República (1931-1939).

Pero volvamos a las elecciones de 1977 en el contexto de la Transición española, el proceso democrático iniciado tras la muerte del dictador que permitió el desmantelamiento de la dictadura llegando a su culminación con el triunfo socialista en las elecciones generales de 1982. Durante años se alabó el carácter pacífico de la transición española que inspiraría procesos posteriores de transición democrática en América Latina o en Europa del Este. Sin embargo, posteriormente aquel carácter ejemplar y la visión idealizada de la transición se fue matizando hasta surgir en los últimos años una visión más crítica con respecto a la visión paradigmática de la Transición y sus resultados.

Si bien la mayor parte de los especialistas hablan de la democracia española como un régimen sólido, el modelo español está lejos del éxito absoluto para los historiadores. En este sentido, uno de los aspectos más negativos de la herencia de la transición es la desmovilización ciudadana con un débil índice de adhesión política y sindical con respecto al resto de Europa.

La abstención electoral es la consecuencia más tóxica de esta desmovilización, fruto de un sentimiento de desencanto que se instaló rápidamente en la población española ante la ausencia de una democratización real de las instituciones, como refleja la persistencia durante aquellos años de sectores inmovilistas en el seno del aparato del Estado (policía, justicia,etc.).

La supervivencia de prácticas autoritarias que sobrevivieron al dictador, la ausencia de una política de memoria y de reconocimiento de las víctimas como consecuencia de la aplicación de la ley de amnistía de 1977 y recientemente, los constantes escándalos de corrupción han empujado a la población a un estado abúlico, en especial a los jóvenes maltratados por la crisis (paro, emigración forzosa…) que no encuentran cabida en un sistema anquilosado perpetuado por una Constitución y una ley electoral intocables como garantía para asegurar la continuidad del sistema.

Carlos Giménez (historietista español), retrató de forma magistral en su obra España. Una, Grande y Libre (Ed. Glénat, 2001) este fenómeno de desencanto, origen del problema sempiterno de la abstención electoral.

 

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Hoy tenemos una nueva oportunidad de sacudirnos de la herencia del desencanto favorecido desde el propio sistema para perpetuarse, la única salida es …   VOTAR.

Imagen del artículo : ilustrador René Merino.
Pincha en el enlace si quieres saber más sobre su obra.

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